Dark Format

El Fin de la Guerra del Nintendo (II)

Tiempo: El futuro próximo.
Lugar: El Portaaviones USS Enterprise de la armada de los Estados Unidos, en algún lugar del Mar de Okhotsk.

--¡AHI!, ¡MISIL EN CURSO DE APROXIMACION, 20 GRADOS SOBRE EL HORIZONTE, RUMBO CERO NUEVE CERO!-
Decenas de pares de ojos escudriñaron el cielo, decenas prismáticos siguieron ansiosos el dedo que apunto a lo profundo del cielo vespertino.
El Almirante Eisler lo descubrió en sus binoculares, era un punto fijo en el cielo rodeado de una aura brillante, No se movía, estaba fijo, solo crecía, señal inequívoca que les apuntaba implacablemente. Era tan amenazador como el dedo de dios. -- Si era un misil "Gusano de Seda" - se dijo el Almirante --no se salvarían, ni él ni su portaaviones de cinco mil millones de dólares.
El Almirante Steven Eisler no era tan viejo cuando ocurrió la Guerra del Golfo. En ese entonces poseían una total superioridad aérea. Habían pulverizado todas las estaciones de radar Iraquíes, cegando totalmente a su fuerza aérea. Y por su parte ellos a través de las pantallas de radar de los aviones AWACS podían monitorear cuando los aviones iraquíes despegaban de sus bases. A partir de ahí orientaban a los cazas y sus misiles hacia el objetivo para que los destruyeran sin que los pilotos americanos corrieran peligro ninguno y los iraquíes no tuvieran la menor posibilidad.
Pero eso había acabado, sobre la isla de Sakhalin y más atrás de las costas de Asia, en la Rusia Oriental donde campea el Ejercito Popular de Liberación Chino una perpetua bruma de interferencia electromagnética nubla la detección del radar. Tras aquella bruma electrónica ningún radar funciona, ningún radio emite, ningún computador trabaja.
Aquel día la bruma electromagnética avanzo rápidamente sobre la Séptima Flota Americana sin darle tiempo a escapar. La escolta de aviones Hornet trabo un combate de perros con los cazas Nanchang Q-12, estupendas replicas del Mig-29 Fulcrum sorprendiendo a los pilotos americanos con la habilidad de los jóvenes pilotos chinos como sucedió a sus abuelos no lejos de ahí en los cielos de Corea. Nadie pudo ver en la refriega a los pesados y viejos Xian H-6 lanzar sus misiles Gusano de Seda, la versión china del afamado Exocet francés.
Como en los tiempos de la segunda guerra mundial los ojos de los artilleros fueron el único medio de guía para la artillería antiaérea. Los destructores y fragatas de escolta del Enterprise tendieron una verdadera barrera de hierro y fuego por delante de la flota. Mas arriba los F-14 Tomcat abrieron los postquemadores de sus turbinas lanzándose en busca de los aviones chinos que tras la bruma electromagnética habían lanzado los misiles.
Una llamarada floreció en el cielo del atardecer, una bala bien dispuesta de las millares disparadas desintegro el misil. Esa tarde el Almirante Eisler se dijo que tenia suerte, mucha suerte, seis misiles mas estallaron o se estrellaron en el mar. Pero se equivocaba.
-- BANDIDOS, RUMBO DOS SIETE CERO, 10 GRADOS SOBRE EL HORIZONTE, DESDE EL SOL-Grito un vigía
-- ¡MISIL! - Fue todo lo que alcanzo a gritar el Almirante Eisler cuando el cilindro negro y llameante de un cohete se separo de la barriga de un cazabombardero supersónico Nanchang Q12 que al ras del mar se abalanzó sobre la monstruosa mole del portaaviones. Eisler sintió que sus propios huesos se estremecieron hasta separarsele del cuerpo cuando el trío de cazabombarderos chinos rozó a velocidad supersónica su cuerpo tirado tras el mamparo. Al instante siguiente algo le elevo a los cielos con suavidad conjuntamente con millones de dólares de equipo de computo y comunicaciones. En ese instante antes de morir lo único que penso es que la era de la informática había concluido.

 

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